viernes, 18 de septiembre de 2015
miércoles, 16 de septiembre de 2015
¿El fin de Izquierda Unida?
Resulta curioso el interés de
Alberto Garzón en acercarse a Podemos, arrastrando consigo a Izquierda Unida,
haciendo campaña ya en estos momentos en Cataluña a favor de la candidatura de
Podemos y dispuesto a asumir incluso el concurrir a las generales de Diciembre
bajo otras siglas que no sean las suyas propias. Es como si el Sr. Garzón
tuviera la sensación de haberse equivocado de barco.
Como votante eventual de
Izquierda Unida, especialmente en elecciones autonómicas, y alguna vez en las
generales, en los lejanos tiempos de Julio Anguita, contemplo con cierta
tristeza estos movimientos, que a mi modesto entender pueden suponer el
principio del fin para la histórica formación.
Es cierto que ese invento de las
candidaturas de unidad popular ha alcanzado cierto éxito en las recientes
elecciones municipales, pero pensar que eso se pueda trasladar a las catalanas,
o sobre todo a las generales, me parece bastante complicado. Una cosa es votar
al alcalde de tu pueblo, que al fin y al cabo no va a decidir los próximos
recortes en sanidad o en educación, y otra muy distinta elegir al presidente de
tu país. Pero por encima del hipotético resultado que Podemos y sus fórmulas
alternativas puedan llegar a alcanzar en las elecciones generales, creo que
Izquierda Unida debería haberse mantenido fiel a su historia y sus votantes y
buscar un acercamiento, y tal vez pactos con Podemos, sí, pero no una renuncia
tan rápida a su propia identidad, por la que veremos que precio termina
pagando.
Y esto nos puede llevar a una
reflexión más profunda, ¿por qué Izquierda Unida nunca ha alcanzado unos
resultados que la hicieran afianzarse como lo que en la práctica era o debía
ser, la tercera fuerza política del país? ¿Por qué nunca se ha convertido en
una verdadera alternativa de gobierno? Supongo que habrá muchas explicaciones
posibles, pero a mí me gustaría señalar aquí un par de ellas, tres a lo sumo.
La primera de ellas creo que ha
sido un problema claro de liderazgo. Con la excepción de Julio Anguita, creo
que los distintos secretarios generales de la organización, los distintos por
tanto candidatos a presidentes del gobierno, han sido todos ellos personas de
perfil bajo, (Gerardo Igleisas, Francisco Frutos, Gaspar Llamazares, Cayo Lara…
que me disculpen si me olvido de alguno). Personas sin carisma, incapaces de
transmitir entusiasmo a sus posibles votantes, incapaces de transmitir la
sensación de que verdaderamente pudieran convertirse en presidentes del
gobierno, y sobre todo, llegar a ser grandes presidentes del gobierno. Parecen
haberse convencido todos ellos de su papel totalmente secundario y no haber aspirado a
cambiar ese rol. En definitiva, creo que han sido malos líderes para Izquierda
Unida.
Por otro lado, creo que las políticas
de Izquierda Unida en determinados temas, sensibles e importantes para los
ciudadanos de este país, o al menos para buena parte de ellos, han sido erráticas
y en mi opinión equivocadas. Para un andaluz (por ejemplo) verlos pactar con
formaciones como Aralar, no condenar abiertamente a dirigentes claramente
proetarras, o mantener posturas tibias, incluso proclives, en temas como el del
independentismo catalán o vasco, francamente son cosas que chirrían bastante,
que muchas veces ha podido espantar a sus posibles votantes en sitios como
Andalucía o Extremadura, por poner un ejemplo. De ahí que mucha gente, y ahí
me incluyo de ejemplo yo mismo, haya podido decidir votarlos a nivel municipal
o autonómico, pero no a nivel nacional.
Y la tercera causa, fundamental
en mi opinión, es que Izquierda Unida ha sido siempre la gran víctima del
sistema electoral, injusto y arbitrario que tenemos en este país, con el beneplácito
de socialistas y populares que son los grandes beneficiados. Resulta
absolutamente incomprensible que un partido con el doble en número de votos,
acabe teniendo menos diputados que partidos nacionalistas como CIU o PNV. Eso
convierte en una gran mentira aquello de que cada voto vale lo mismo, no
señores, mi voto no vale lo mismo que el de un votante de CIU, si ellos con la
mitad de votos acaban teniendo más diputados. En más de una vez me han hecho sentirme como
un ciudadano de segunda. Y este hecho, incuestionable, ha resultado de
importancia capital para que Izquierda Unida nunca alcanzara el número de
escaños que por número de votantes le correspondía, y que pudiera convertirse
en una voz con peso dentro del congreso, condenándola así una y otra vez a ese
papel de actor secundario sin ninguna trascendencia en el devenir de este país.
sábado, 12 de septiembre de 2015
El derecho a decidir
En estos días de campaña de cara
a las elecciones autonómicas de Cataluña, vamos a oír mucho hablar del derecho
a decidir. En primer lugar me gustaría hacer una observación; se trata de unas
elecciones autonómicas, por mucho que Mas y compañía quieran convertirlas en
unas elecciones plebiscitarias. Si los demás partidos pican el anzuelo y el
debate acaba centrándose en torno a ese tema, le estarán siguiendo el juego a
Mas y sus compinches, y el pueblo catalán verdaderamente acabará pensando que
se trata de unas elecciones que van más allá de lo que realmente son. Por tanto
creo que el resto de formaciones deberían demostrar un poco de inteligencia
(igual es mucho pedir) y centrar sus campañas en los verdaderos problemas que
puedan tener los catalanes, sobre los que seguro que están deseando escuchar propuestas y posibles soluciones, y no en una cuestión que no debería tener lugar en esta campaña.
Hecho este inciso, mi reflexión
en este artículo gira en torno a otro aspecto de esa cuestión, el derecho a
decidir, y de la que no oigo hablar a nadie. Efectivamente, creo que un pueblo
tiene todo el derecho a decidir, pero si hablamos del hipotético caso de una
independencia catalana, creo que nos estamos olvidando de algo que para mí
tiene una gran importancia.
Esa independencia, supondría para
el resto de España la pérdida de una parte de su territorio nacional. Y mi
pregunta es, ¿sobre eso no tiene derecho a decidir el resto de España? ¿Los
catalanes sí tienen derecho a decidir pero el resto de españoles no tenemos
derecho a decidir sobre la posible pérdida de una parte de nuestro territorio?
Por tanto yo sí que estoy a favor de un referendum, pero un referendum en el
que participáramos todos los españoles, porque es algo que nos atañe a todos,
no sólo a Cataluña y a los catalanes.
Ahora me gustaría ir un poco más
allá. Pongámonos en el hipotético escenario de que se celebrara un referemdum
en Cataluña sobre la independencia, ganara el sí, y se proclamaran
independientes. Imaginemos que en Gerona, por poner un ejemplo, hubiera ganado
el no, y que por tanto Gerona decidiera separarse de Cataluña y seguir siendo parte
de España. Sr. Mas, ¿respetaría usted el derecho a decidir del pueblo de Gerona
de separarse de Cataluña?
viernes, 11 de septiembre de 2015
miércoles, 9 de septiembre de 2015
martes, 8 de septiembre de 2015
La paradoja de los refugiados sirios
Ante una imagen como la de ese
niño sirio es imposible no sentirnos conmovidos y que se despierten en nosotros los
sentimientos más solidarios y fraternales posibles. Pero arriesgándome a ser
linchado, voy a ser abogado del diablo.
En nuestro país el paro, la pobreza
y el hambre campan a sus anchas entre los sectores más desfavorecidos de la
sociedad. y a veces uno tiene la sensación de que lo tenemos tan asumido que
nos acaba pareciendo menos grave de lo que es, tan asumido que ni siquiera es
noticia ya en los telediarios.
Aylan se ha convertido en un
icono porque ha aparecido en todas las televisiones del mundo, pero en España,
sí en España, igual mucho más cerca de nosotros de lo que imaginamos, miles de
niños pasan hambre todos los días o tienen que esperar que la cruz roja les
reparta material escolar para poder ir al cole o que abran los comedores
escolares para poder comer. El año pasado, el hijo de una amiga mía no fue al
colegio los ocho primeros días de clase, hasta que su madre pudo comprarle unos
zapatos, porque se avergonzaba de que su hijo tuviera que ir con unos zapatos
por los que asomaba la punta de los dedos.
No, no voy a decir que no debamos
ejercer la solidaridad con los refugiados sirios, pero no deja de resultar
paradójico que acojamos a los refugiados mientras seguimos desahuciando a los
nuestros. Pero claro, para ir de progre y de izquierdas en este país, hay que
ser solidario con el tercer mundo y estar a favor de la independencia de
Cataluña, vamos hay que ser chupiguay, aunque ese tercer mundo lo tengamos cada
vez más dentro de nuestro propio país. De lo contrario, eres como mínimo un
retrógrado, eso si no te acaban tachando de nazi y vete tú a saber que otras
barbaridades.
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