martes, 8 de septiembre de 2015

La paradoja de los refugiados sirios

Ante una imagen como la de ese niño sirio es imposible no sentirnos conmovidos y que se despierten en nosotros los sentimientos más solidarios y fraternales posibles. Pero arriesgándome a ser linchado, voy a ser abogado del diablo.
En nuestro país el paro, la pobreza y el hambre campan a sus anchas entre los sectores más desfavorecidos de la sociedad. y a veces uno tiene la sensación de que lo tenemos tan asumido que nos acaba pareciendo menos grave de lo que es, tan asumido que ni siquiera es noticia ya en los telediarios.
Aylan se ha convertido en un icono porque ha aparecido en todas las televisiones del mundo, pero en España, sí en España, igual mucho más cerca de nosotros de lo que imaginamos, miles de niños pasan hambre todos los días o tienen que esperar que la cruz roja les reparta material escolar para poder ir al cole o que abran los comedores escolares para poder comer. El año pasado, el hijo de una amiga mía no fue al colegio los ocho primeros días de clase, hasta que su madre pudo comprarle unos zapatos, porque se avergonzaba de que su hijo tuviera que ir con unos zapatos por los que asomaba la punta de los dedos.



No, no voy a decir que no debamos ejercer la solidaridad con los refugiados sirios, pero no deja de resultar paradójico que acojamos a los refugiados mientras seguimos desahuciando a los nuestros. Pero claro, para ir de progre y de izquierdas en este país, hay que ser solidario con el tercer mundo y estar a favor de la independencia de Cataluña, vamos hay que ser chupiguay, aunque ese tercer mundo lo tengamos cada vez más dentro de nuestro propio país. De lo contrario, eres como mínimo un retrógrado, eso si no te acaban tachando de nazi y vete tú a saber que otras barbaridades.

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