martes, 3 de octubre de 2017

Crónica de un esperpento


Cualquier sociedad que se llame democrática debe sostenerse sobre un principio fundamental; el respeto a la Ley, porque de lo contrario estaríamos en la selva.
Por supuesto que sucesos como los de anteayer en Cataluña, con altercados, cargas policiales, agresiones a la policía, porque sí, también hubo agresiones a la policía, aunque hablar de esto no sea ser “progre” y heridos, no son deseables por parte de nadie, insisto, por parte de nadie.
Pero ante lo que ocurrió ayer hay un único culpable, el señor (por llamarlo de alguna forma) Puigdemont y su gobierno. Su empecinamiento en llevar adelante un referéndum que estaba ilegitimado por los tribunales. Y la Ley está para cumplirla, sí, incluso por parte de estos señores (perdón si lo de señores les ofende o les queda grande) que al parecer se sienten por encima de la Ley y la Constitución.
Ellos son los que llevaron a Cataluña a lo que ocurrió ayer, y nadie más que ellos, con su irresponsabilidad y su estrechez de miras.
La policía y la guardia civil estuvieron allí para hacer que la Ley se cumpliera, esa Ley que el gobierno catalán se pasó por el forro. Les tiraron piedras, ladrillos, vallas metálicas, pero al parecer deberían haber dejado que los lincharan sin mover un dedo, igual así ahora no se hablaría de estado fascista y represivo, porque total ¿qué mas da que haya treinta y tanto policías heridos? Esos no cuentan.
Y yo me pregunto, si los mozos de escuadra hubieran cumplido con su cometido, con el que ellos mismos se comprometieron en la Junta de Seguridad, a la que luego traicionaron con total desfachatez, y hubieran cerrado los centros antes de las seis de la mañana como habían ordenado los tribunales, ¿no se hubieran evitado tal vez muchos de los desagradables incidentes que ocurrieron después? ¿Por qué no actuaron? ¿De dónde y de quién vino la orden para que no cumplieran con su deber y con su obligación como cuerpo de seguridad del estado que son? Creo que aquí hay responsabilidades muy grandes que depurar, porque puede que al no actuar, dieran lugar a todo lo que ocurrió después. O tal vez, ¿estaban buscando que pasara lo que pasó para así ampararse en el victimismo, crear mártires y acusar de represión y fascismo a las fuerzas del orden?
Me gustaría pensar que no, porque eso sería jugar con la integridad de sus propios conciudadanos, esos a los que dicen representar, y la verdad, es que viendo la catadura de semejante pandilla de individuos, no me cuesta nada ponerme en el peor de los casos.
Luego vino todo lo demás, el esperpento de ese mal llamado referéndum, con gente votando las veces que les dio la gana, urnas opacas, sin precintar, llenas de papeletas de antemano, gente votando en mitad de la calle, en fin, el ridículo más espantoso que se recuerde en una sociedad democrática, indigno incluso de una república bananera.
Y ahora, empeñados hasta el fanatismo en el absurdo, querrán declarar la independencia de manera unilateral. Y el resto, aquellos que nos sentimos orgullosos de ser españoles, ¿qué debemos hacer, cruzarnos de brazos, reírles la gracia y asistir impertérritos a como desmembran una parte de nuestra patria? Pues lo siento pero no, espero que nuestro gobierno, y el resto de fuerzas políticas constitucionales (porque aquí no caben diferencias políticas) sepan estar a la altura y evitar semejante disparate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario