Como español de a pie, no me
explico a que espera el gobierno para poner fin de una vez a esta locura. Si de
verdad esperan que los golpistas vayan a dar marcha atrás, nuestro gobierno es
más ingenuo de lo que cabría esperar.
Los delincuentes de la
generalidad (porque a quien comete un delito se le llama delincuente y estos
rufianes ya han cometido unos cuantos) siguen inmersos en su delirium tremens
independentista, en su viaje a ninguna parte, y de ahí no se van a mover. De
hecho, y ya lo han anunciado, es cuestión de días, probablemente el Lunes, que
proclamen la independencia.
Ante semejante sinsentido sólo
cabe una respuesta, adelantarse a ellos, tomar la iniciativa y hacer imperar el
orden y la Ley de una vez por todas. Es cierto que no tienen el respaldo total
del PSOE (como cualquier persona con dos dedos de cordura habría esperado de un
partido con tantos años de gobierno a sus espaldas), y que para los socialistas
parece más importante en momentos tan graves como estos reprobar a la
vicepresidenta que frenar a esa banda de delincuentes instalada en el gobierno
catalán (luego volverán a montar su circo particular cuando las urnas les
vuelvan a dar otro palo monumental). De Podemos ni hablamos, esos sí que están
demostrando no ser más que una banda de patio de colegio (y pensar que con su
aparición muchos llegamos a pensar que por fin
estaba naciendo la alternativa que tanto deseábamos)
Pero han recibido el respaldo
total y rotundo del Rey, y ayer mismo del parlamento europeo, y por si eso fuera
poco tienen el respaldo también de millones y millones de españoles (muchos de
ellos catalanes) que no queremos ver como España se rompe en pedazos.
Es el momento pues de dejarse de
incertidumbres, de cuentas electoralistas y de gaitas, y actuar. Meter en la
cárcel al gobierno catalán puesto que han cometido los delitos de sedición y
alta traición al estado, disolver a los mozos de escuadra (convertidos en el
hazmerreír por su bochornosa actuación) por traición, tomar el control, aplicar
el artículo 155 de nuestra Constitución e imponer el estado de derecho y la
democracia.
Sí, la democracia, porque la
democracia no consiste en adoctrinar a los niños en las escuelas, en acosar a
las fuerzas de seguridad y sus familias, ni en ignorar y humillar a los
catalanes (que por cierto son mayoría) que no piensan como ellos. Eso sí que
son prácticas fascistas y represivas.
A Puigdemont le ha salido el tiro
por la culata, lo del Domingo fue un espectáculo esperpéntico, no han
encontrado el respaldo internacional que esperaba tras la manipulación mediática
de lo sucedido el pasado Domingo (menudo paripé) y las primeras empresas han
empezado a volar de Cataluña, entre ellas una tan importante como el Banco
Sabadell. Pero aún así no dará su brazo a torcer, sabe que ha perdido, pero
piensa morir empeñado en su fanatismo, sin importarle ni siquiera la gran
fractura que ha provocado entre la propia sociedad catalana.
Así que insisto, ¿a qué se está
esperando para actuar?
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