Estos días y muy a nuestro pesar,
gran parte de la actualidad cibernáutica ha estado copada por los desgraciados
atentados de París. Me ha sorprendido ese argumento que ha circulado por ahí,
criticando que mucha gente nos sintiéramos tan afectados por lo ocurrido en la
capital gala, y casi acusándonos de que no nos afectara de igual manera lo
ocurrido en Beirut, como si considerásemos a los libaneses ciudadanos de
segunda. Francamente, ese argumento me parece pura demagogia, y no sé que fin
persigue.
Vayamos por partes;
Una misma desgracia, acaecida a
un familiar nuestro, o a una persona cercana, evidentemente nos afectará mucho
más que si le ocurre a alguien no cercano a nosotros, ¿quiere esto decir que
consideremos a esa otra persona un ciudadano de segunda? Para nada, ¿quiere
decir que le deseemos algún mal? Desde luego que no, pero evidentemente no nos
afectará de igual manera.
Francia, y los franceses, son ese
alguien cercano a nosotros, tan cercanos como que los tenemos al lado. Compartimos
una misma forma de vida, unos principios, unos valores. Con nuestras
diferencias, que por supuesto que las tenemos, pero creo que hay mucho más que
nos une que lo que nos separa. Con un libanés no me une nada, ni cultural ni socialmente, y eso no quiere
decir que lo considere un ciudadano de segunda ni que le desee ningún mal, pero
evidentemente no me puede afectar de la misma manera, y me da igual si estas
palabras son o dejan de ser políticamente correctas, pero no voy a ir de chupiguay, me
parecería pura hipocresía.
Por otro lado, en todo ese tipo
de países lleva toda la vida ocurriendo cosas así; guerras, atentados, cuando
no son los chiíes son los suníes, cuando no hezbolá, y cuando no la madre que
los parió a todos, y esto hace por desgracia, insisto, por desgracia, que ese
tipo de cosas sean habituales en esas latitudes, y cuando un suceso se convierte en habitual, aunque se trate de una desgracia o una barbaridad, deja de causar el mismo impacto.
Que ocurra en pleno centro de París está claro que no pasa todos los días, y por tanto el impacto que nos causa es mucho mayor, por pura lógica aplastante.
Pero por desgracia y como ha dicho Arturo Pérez Reverte estos días, uno de los problemas de Occidente es que ni siquiera en una desgracia como esta somos capaces de estar unidos.
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