martes, 17 de noviembre de 2015

A vueltas con los atentados de París

Estos días y muy a nuestro pesar, gran parte de la actualidad cibernáutica ha estado copada por los desgraciados atentados de París. Me ha sorprendido ese argumento que ha circulado por ahí, criticando que mucha gente nos sintiéramos tan afectados por lo ocurrido en la capital gala, y casi acusándonos de que no nos afectara de igual manera lo ocurrido en Beirut, como si considerásemos a los libaneses ciudadanos de segunda. Francamente, ese argumento me parece pura demagogia, y no sé que fin persigue.
Vayamos por partes;
Una misma desgracia, acaecida a un familiar nuestro, o a una persona cercana, evidentemente nos afectará mucho más que si le ocurre a alguien no cercano a nosotros, ¿quiere esto decir que consideremos a esa otra persona un ciudadano de segunda? Para nada, ¿quiere decir que le deseemos algún mal? Desde luego que no, pero evidentemente no nos afectará de igual manera.
Francia, y los franceses, son ese alguien cercano a nosotros, tan cercanos como que los tenemos al lado. Compartimos una misma forma de vida, unos principios, unos valores. Con nuestras diferencias, que por supuesto que las tenemos, pero creo que hay mucho más que nos une que lo que nos separa. Con un libanés no me une nada, ni cultural ni socialmente, y eso no quiere decir que lo considere un ciudadano de segunda ni que le desee ningún mal, pero evidentemente no me puede afectar de la misma manera, y me da igual si estas palabras son o dejan de ser políticamente correctas, pero no voy a ir de chupiguay, me parecería pura hipocresía.
Por otro lado, en todo ese tipo de países lleva toda la vida ocurriendo cosas así; guerras, atentados, cuando no son los chiíes son los suníes, cuando no hezbolá, y cuando no la madre que los parió a todos, y esto hace por desgracia, insisto, por desgracia, que ese tipo de cosas sean habituales en esas latitudes, y cuando un suceso se convierte en habitual, aunque se trate de una desgracia o una barbaridad, deja de causar el mismo impacto.
Que ocurra en pleno centro de París está claro que no pasa todos los días, y por tanto el impacto que nos causa es mucho mayor, por pura lógica aplastante.
Pero por desgracia y como ha dicho Arturo Pérez Reverte estos días, uno de los problemas de Occidente es que ni siquiera en una desgracia como esta somos capaces de estar unidos.

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